viernes, 2 de diciembre de 2016

Esto fue un blog

Antes de enterrarme viva por tres años yo tenía un blog.
No era mucho, pero este era mi blog. Tenía yo por aquel entonces un pequeño jardín con minúsculos y verdes brotes. Corrían algunos animalejos y, en fin, bastaba para hacerme feliz con tumbarme en sus prados y contemplar en el cielo las auroras y tormentas que lo surcaban. De noche las sombras de los abetos se recortaban sobre el cielo estrellado. De día los pajarillos danzaban bajo las nubes. Día, noche y nada más. Su modestia me cautivó y gocé muchas tardes y amaneceres de los lindos paseos entre naturaleza y ensoñaciones. Todo lo que quedaba fuera sencillamente no me interesaba, nunca me interesó. 

Antes de estudiar filosofía escribía
Pero luego: Tres años de putrefacción del alma. ¡Mi jardín! Y mi jardín...Todo comenzó el día en el que senti verguenza de su sencillez y comencé a arrancar inconsciente todo lo que con amor había cultivado, por miedo a que mis invitados lo embadurnaran con su risa burlona. Dejé sin embargo solo mis mejores flores, recortadas y estilizadas. ¡Qué inocencia pensar que se acercarían, que se detendrían a olerlas! Con su silencio las helaron. Después, murieron.

Y luego fue tarde. Y nadie volvió a entrar. Por más que intentaba plantar y replantar la única semilla que había conservado conmigo no era capaz de encontrar un solo riachuelo claro que me diera agua para ella. Todo era veneno, así que me resignaba y pensaba "aún no es el momento, ya la plantarás", y la devolvía cariñosamente al centro de mis ojos donde, confiaba, siempre quedaría a salvo. Pasé meses y años en aquel secarral sola con mi semilla aguardando un resoplar de la montaña; y algun rugido lejano llegó, a lo que yo apresuradamente me preparé en al menos, unas tres ocasiones, para devolver a la vida a todos mis muertos. Nunca lo logré. A veces mi llanto, es verdad, limpiaba el pequeño brote, y ahí lo veía de nuevo brillante y reluciente, lo que me llevó a pensar que  tal vez solo llorando lograría hacerlo crecer de nuevo.Lloré. Nunca lo logré, y ahora sé que ni todas las lágrimas derramadas en mi vida hubieran hecho brotar la más mínima brizna de hierba.

Ya al final, cuando no quedaba nada en mi y estaba a punto de perder toda esperanza de volver a recuperar aquel jardín, me volví un día incómoda hacia una mosca con apetito de muerte y tal vez por casualidad reparé de nuevo en vosotros, mis amigos, y os miré a los ojos. ¡Y qué dolor tan grande cuando os descubrí desviando los cauces de mis arroyos!¡Qué miseria tan grande no sentiría al descubrir que vuestro amor estaba hecho de mentira! ¡Y de hipocresía! ¡Y de vuestro ego y vuestra envidia! Cuántas noches vomité a partir de entonces en aquel lugar maldito. Mi semilla se arrugó como una pasa y cayó sobre la tierra ácida, arida, muerta, ardiente, y yo caí a su lado. Vosotros en cambio una vez descubiertos, amigos, huisteis como sabandijas hacia vuestras grietas. Allí viviréis: allí está también vuestra tumba.

Pero la mía no existe.