miércoles, 16 de octubre de 2013

Cierra los ojos.

Luz.
Que ilumina lo que toca, las personas, lo pensamientos, la vida, lo inerte, el sonido, el tiempo, el universo. 
¿Hay algo más bello que la luz de otoño?
Supongo que sí.


La luz juega con el tiempo, lo detiene si es preciso, y con el viento.
Con la quietud.

Luz, viento, tiempo. 
Con el sonido. 

Otoño:
Una canción sonando.
El tiempo detenido.
Y ahí está: El rayo, de Zeus, del Sol, de una persona ¿A quién le importa? Ella sabe bien donde colocarse para lanzarse como una flecha de amor, atravesando cristales y colándose en las vidas a través de los ojos, del agua. Entra por las raíces. Hasta se puede sentir.

Y sale por todas partes, como si no se dejara ocultar apenas, se funde con el paisaje y quizás, si te dejas, entre dentro de ti.
No estamos separados de lo que nos rodea. Lo que nos rodea somos nosotros.
Si te dejas puedes ser luz tu también.
Una bola de cristal.
Un árbol que se mece al atardecer en un río helado...

Un campo amarillo.

Un cielo rojo.

Un precipicio.

Agua.

Que viene y que va..
Que va y que viene..
Y yendo y viniendo va dejando su estela musical.

Esto es el seno de la melancolía, de mi melancolía. De mi felicidad. De mi soledad llena de luz. Porque en realidad es sólo luz.
Sólo luz...

En fin, aquí ando divagando, como alguno podrá comprobar. Yo que pretendía hablar de la libertad pensando en que por fin había asomado el logos que hay en mi..
Pero siempre acaba ganando la batalla el amor. 
Más amor, más amor en la filosofía, que para eso nació de él.





La luz solo podía ser más real con los ojos cerrados que cuando la miraba fijamente.
Pero si había una cosa que hacía que ésta fuese aún más verdadera era cuando se abría para mirarla a través de un cuadro de Hopper.

Que la luz te ilumine para que la noche te deslumbre.

Nos conocimos en la luz y fuimos silenciados por la noche.

martes, 1 de octubre de 2013